viernes, 3 de julio de 2015

TARDE LLEGAS, TRISTEZA


Tarde llegas, tristeza, 
a enmarañar de arena 
estos ojos.
Si hoy he llorado, 
de sólo puro amor ha sido,
al ofrecer a ese dios caprichoso
que a su antojo dibuja el devenir 
mi ser, mi vida a cambio de la intacta alegría
de los míos, la de los de mi sangre
y la de quienes agarraron mi alma,
incluso la de aquellos
a los que, con inocencia, comprendo.

Cruzaría el oscuro túnel a tientas
sin saber si al final encontraría
la luz o quedaría mi alma para siempre
suspendida en la sombra
cual estatua de sal, liviana,
como las plumas de un ángel
a las que no hundiría con su ley
la gravedad.

Y de este modo podría irme con sosiego,
si además me jurarais
que aun con vuestros cansados
pasos sobre la tierra,
la alegría que os inundara 
sería idéntica a la de esa estatua
suspendida bajo las nubes
esperando desempolvar sus ojos
para que alguna luz los ciegue.

Juana Fuentes