Hoy mis ropajes
me improvisan extraña
a los ojos domados
de un alba cualquiera.
El silencio todo lo prende.
Mientras, las sombras me habitan aquietadas.
Avanzo a la deriva
con mi compás partido,
puntual acude el ocaso a la cita.
Y me cautiva,
son desmedidas
sus alas;
su resaca despoblada me arrastra
a través de largos pasillos
atezados, en los que no se intuyen
puertas delineadas.
Las heridas se ulceran
hoy con el cáliz bilioso de los duelos mudos.
Y no hay más vida: oigo
voces afónicas que deciden no inquietar
mis abrumados, aunque inexistentes
pasos, en este trayecto que me precipita
hacia la nada.
© Juana Fuentes