Soy brisa liviana en la brújula del hombre,
neófita en tratados básicos de querencia,
pues sólo acierto a proveer de futuros
aleatorios y caducos
la alacena de sus frustrados afanes.
Jamás permanezco. Huyo descalza,
con los ojos resecos de un corazón
que ya se acostumbró a las despedidas.
Y entonces, una promesa silenciosa:
tras mis huellas unos pasos convenientes,
legados de otras prestaciones más afines
al torpe entendimiento.
Será porque soy un pájaro libre
y absuelto que teme posarse en las trémulas
manos de existencias soberbias y vanas.
Ya se acercan esos otros pasos que, aun
con venia provisional, se intuyen definitivos.© Juana Fuentes
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