jueves, 2 de enero de 2014

Sobre Céfiro y otras metáforas

No recuerdo que una plácida brisa
lograra apropiarse alguna vez de mi vientre,
pues siempre he vivido acechando el áspero
viento del norte, artífice de sueños
desbocados dispuestos a colmar
con un fuego extraño mi madrugada.
Pero siempre se estrellaban sus dádivas
contra la sólida roca de Pitis,
mudándose greda moldeada en la desgana.


Ahora me sucedo en las noches aguardando,
penitente, a que el viento del oeste,
ese céfiro apacible y ligero,
me brinde su desconocido abrazo
para invitarme a un insólito baile.


Y así un día crecerán las flores en mi huerto;
ensamblaré con ellas
la más delicada de las diademas
para que me traiga su aroma
decenas de palomas blancas.

© Juana Fuentes



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