Podría compartir
la falacia de la mentira
si el silencio no fuese
otra mentira más
y aun más despiadada.
¿Acaso espero que la aurora
me reintegre esa luz
de la que me despojó la noche?
Cuánta soledad en cada palabra
de esos versos que compendian mis horas,
sin que nadie venga a exaltarlos
ni a aseverar lo que en ellos es hondo
y es cierto.
No sé a quién se dirigen mis arengas,
que como plañir de sirena
se pierden en la soledad
de barrancos tan atezados.
Y es entonces cuando quiero tocar
un silencio rebosante de acasos impíos,
en el que los secretos sean mi único
cortejo.
© Juana Fuentes
Maravilloso, maravilloso...bravo!!!.
ResponderEliminarDesde luego, leerte y simular que lo leído pasa sin tocarme, eso sí es una gran mentira.
Cuando se deja al descubierto tanto un tremendo silencio, como una liviana verdad, se deja al aire un secreto que grita clemencia.
Desde el silencio, por lo silencios, para lo silencios...
Un beso.
Qué me queda? Guardar silencio (verdadero) ante tu poema. Porque esa ausencia de sonido será mi mejor contribución al poema que trafica, condenado el puñetero, con total libertad por mi cabeza, haciendo de las suyas, tal como debe. ¿Cuando vas a publicar un poema que no me guste? No lo espero, ni lo deseo. Un abrazo.
ResponderEliminarMe abrumáis,de veras que me abrumáis, mis queridos amigos... y compañeros en esta travesía de las palabras.
ResponderEliminarMuchos besos y abrazos.
El silencio siempre fue un sistema de comunicación mucho más locuaz que las palabras.
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