Septiembre viene
con un aroma a hierba rancia.
y a madrugadas de silencio.
En sus tardes, suspendidas
las cenizas de aquella luz que ayer
me chispeaba
y que ahora yacen, aún candentes,
en el festejo de su ocaso.
Contemplar mis manos vendadas,
que no aprovechan ya como ofrendas
de júbilo y dicha, sino acaso como exiguos aparejos
con que aliviar tu llanto
si no hay a mano otro consuelo.
Septiembre ya es sólo una palabra hueca
como tantas otras palabras,
emblemas sagrados de ayer,
que apenas encuentran hoy
su auténtica consciencia.
Como si aquella luz y aquellas manos
nunca me hubiesen correspondido,
y su memoria usurpada, cuajada
como una dura piedra
en mi errátil espera.
© Juana Fuentes
Triste Septiembre....
ResponderEliminarMe encantó tu poema.
Besos....
Gracias, preciosa. Sólo por eso ha valido la pena.
EliminarUn beso.
Septiembre, periodo de transición que despierta esas viejas nostalgias que en resurrección programan un presente a su imagen... Mucha suerte.
EliminarGracias, querido Miguel Ángel, no lo podrías haber definido mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.