Deshazte de esa bata apolillada
que ciñes a tu escuálido
esqueleto:
parece caminar deshabitada
como espectro que
transita indeciso
por la alcoba. Tal vez te sirva
aquella vieja piel de zorro,
la que indemne sobrevive al
vapuleo
de las que buscan a codazos
un hueco propio en el armario;
acaso unos zapatos exquisitos
que desplacen a esas leves
zapatillas que apenas pueden
arropar ya tus pies.
Contémplate también en esa tez,
semejante a la de una zanahoria
cuarteada con desgana por el
sol.
No te asomes de ella suspendida
a las puertas de teatros y
cafés
sin haberla nutrido
con el falso sebo de la espera,
con el aceite que te recuerda
que en cualquier momento vendrá
un extraño a apostarse en el
vano
de tu alma, codiciando festejar
un insulso banquete con ella.
Siempre regresará el dolor con cristales rotos.
Juana Fuentes
Desde luego, la intensidad de este poema mezclado con ese registro tan tuyo que es pura suavidad, hace de algo tremendo casi una leve situación.
ResponderEliminarMe ha gustado más que mucho.
Enhorabuena poetisa, es adorable leerte...un beso.
Mi querida Rocío: ojalá las "púas" logren hacerme escribir un día un poema que sepa como ese pan de centeno, a gloria bendita, como saben tus palabras siempre. Gracias por estar.
EliminarUn beso muy fuerte.
Yo creo que, con los poemas de calidad que hasta la fecha has escrito, sería el momento de ir pensando en buscar editorial que les vaya dando curso.
ResponderEliminarQuerido amigo! Tremendas palabras que me llenan de orgullo. Mil gracias, siempre. Un abrazo.
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