Vuélvete si te mudas viejo.
Y si en el empeño algo te conmueve
coge ese instante con los puños
hasta que penen tus huesos,
porque ya no es el tiempo
de cosechar con las manos abiertas.
Si sembraste semillas
que perdieron sus huellas
vuelve a esparcir las simientes.
Pero abre esta vez las manos,
para que de ellas se deslice el trigo
con el que otras manos
puedan cobijar un pequeño pájaro.
No porque te sobre o
porque en las tuyas no quepa,
sino sólo porque hace tanto frío
en estas horas en que ya todo es final y tristeza.
© Juana Fuentes
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