A Francisco y Eva
"Los días en que has visto
una sola huella sobre la arena,
han sido los días
en que te he llevado en brazos".
Anónimo
Extraído del libro "Gracias Swami",
de Cándida Avanni
I.
He aprendido a caminar
con mi mano cautiva de la tuya,
y es posible que no supiera ya hacerlo
si adelantara a tus pies los míos
o si avanzara torpemente
intentando seguir tu rastro.
Si acaso alguien encontrara
unas huellas solitarias
que pudieran ser las mías,
podría decirle con certeza
que son las que dejé, sin remedio,
señaladas una noche en la tierra,
mientras te alzaba en mis brazos
rebosante de júbilo y gratitud
al recibir este regalo
que, finalmente, y de tu mano,
ha concedido hacerme la vida.
II.
Sembré tierras y campos,
aun a riesgo de su infertilidad.
Y miraba al cielo, cada día,
aguardando el milagro de la lluvia.
Llena de aliento, acechaba a los pájaros
buscando sus ojos y sus alas.
Escuchaba su canto,
su voz gozosa
en el alba; su gorjeo afligido
al derrumbarse la tarde.
Y todos los días, todos, yo seguía sembrando.
Qué espléndidos frutos trae hoy
la cosecha; qué frutos tan deliciosos
que ya no esperaba: había olvidado
que alguien me dijo que, tarde
o temprano, acabaríamos un día
recogiendo todo lo que, pacientes,
habíamos ido sembrando.
© Juana Fuentes
No hay comentarios:
Publicar un comentario