Y
cómo conducirme en tu ausencia.
Si
quise seguirte hasta tu mar
y
esconderme en tu camisa;
divisar
a través de tus ojos
nebulosas solitarias
nebulosas solitarias
hasta
quedar cegada por ese sol
que
tantas promesas inventó.
Pero
sólo tuvimos un verso
como
alegoría
del roce de una piel que no fue la nuestra;
del roce de una piel que no fue la nuestra;
de
unos labios que nunca probé.
Porque levaste anclas
y
no dejas que te alcance.
Tienes detenidas
©
Juana Fuentes
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